Hoy, tenía una cita pendiente con el pasado. Ese que quería colarse, de rondón, en mi presente. Un presente que, en este momento, no cambio por nada ni nadie. Pero tenía que acudir.
Tenía miedo a encontrarte cambiado, desgastado por el paso de los años. A tu edad, dos o tres años se notan mucho. Pero no, que va, eres de esos hombres a los que el tiempo les va dejando una patina de "antigüedad en perfecto estado" y siguen igual de atractivos, o más. Cuando llegué, estabas en el medio de un corrillo de gente, acaparando todas las miradas. Tienes esa gracia especial que conquistas igual a las mujeres que a los hombres. Las mujeres te desean, se sienten halagadas contigo. Y los hombres, te dan su amistad. No, no te envidian. No sé cómo lo haces. Nos acercamos a tí, para saludarte y felicitarte por la nueva exposición, y noté tus ojos, observándome.
Ya no recordaba la tibieza de tus manos, siempre tienes la temperatura exacta, ni muy fría, ni demasiado calientes. Cogiste las mías, y me acercaste a tí, para abrazarme. Volví a impregnarme de tu aroma, casi olvidado. Luego, me soltaste para saludar a mis acompañantes, pero sin separarte ya de mi lado.
Me dí cuenta que sonaba una música: Luz Casal, el disco que más me gusta. "Comprenderás en un solo momento, qué significa un año de amor......." ¡cabrón! . No podía dejar de mirarte, te veía mover los labios y casi no escuchaba lo que decías. Pero, me daba cuenta, que no sentía ya esa urgente necesidad de antes, que tenía que hacer esfuerzos tremendos para no colgarme de tu cuello, y comerte la boca a besos. No, ahora sentía calidez en mi pecho ¡joder! estoy llorando. No, no son lágrimas de angustia como cuando dejamos de vernos. Son lágrimas, quizá de agradecimiento a la vida, por haber podido compartir contigo momentos inolvidables.
Te siento nostálgico, y también tus pinturas. Éstas, no tienen esa luz intensa de las de otro tiempo. Me gustan.
Con la disculpa de enseñarme un cuadro, nos apartamos del grupo que habíamos formado y que conversaba tranquilamente. Era hermoso, un paisaje otoñal, lleno de dorados, marrones y rojos. ¿Te acuerdas cuando en alguna exposición nos escapábamos, sólo para darnos un beso? Me lo has dicho bajito, sin apartar la mirada del cuadro y señalando algo con el dedo, como si estuvieses explicándome algún detalle. Claro, claro que me acuerdo, Miguel, he pensado. Mi corazón, entonces, se desbocaba y algunas veces, tuve miedo de que se parase de repente o de que alguien me lo notase. Entonces, sentía las mejillas ardientes, los ojos brillantes y una euforia me recorría entera.
Tenía miedo a encontrarte cambiado, desgastado por el paso de los años. A tu edad, dos o tres años se notan mucho. Pero no, que va, eres de esos hombres a los que el tiempo les va dejando una patina de "antigüedad en perfecto estado" y siguen igual de atractivos, o más. Cuando llegué, estabas en el medio de un corrillo de gente, acaparando todas las miradas. Tienes esa gracia especial que conquistas igual a las mujeres que a los hombres. Las mujeres te desean, se sienten halagadas contigo. Y los hombres, te dan su amistad. No, no te envidian. No sé cómo lo haces. Nos acercamos a tí, para saludarte y felicitarte por la nueva exposición, y noté tus ojos, observándome.
Ya no recordaba la tibieza de tus manos, siempre tienes la temperatura exacta, ni muy fría, ni demasiado calientes. Cogiste las mías, y me acercaste a tí, para abrazarme. Volví a impregnarme de tu aroma, casi olvidado. Luego, me soltaste para saludar a mis acompañantes, pero sin separarte ya de mi lado.
Me dí cuenta que sonaba una música: Luz Casal, el disco que más me gusta. "Comprenderás en un solo momento, qué significa un año de amor......." ¡cabrón! . No podía dejar de mirarte, te veía mover los labios y casi no escuchaba lo que decías. Pero, me daba cuenta, que no sentía ya esa urgente necesidad de antes, que tenía que hacer esfuerzos tremendos para no colgarme de tu cuello, y comerte la boca a besos. No, ahora sentía calidez en mi pecho ¡joder! estoy llorando. No, no son lágrimas de angustia como cuando dejamos de vernos. Son lágrimas, quizá de agradecimiento a la vida, por haber podido compartir contigo momentos inolvidables.
Te siento nostálgico, y también tus pinturas. Éstas, no tienen esa luz intensa de las de otro tiempo. Me gustan.
Con la disculpa de enseñarme un cuadro, nos apartamos del grupo que habíamos formado y que conversaba tranquilamente. Era hermoso, un paisaje otoñal, lleno de dorados, marrones y rojos. ¿Te acuerdas cuando en alguna exposición nos escapábamos, sólo para darnos un beso? Me lo has dicho bajito, sin apartar la mirada del cuadro y señalando algo con el dedo, como si estuvieses explicándome algún detalle. Claro, claro que me acuerdo, Miguel, he pensado. Mi corazón, entonces, se desbocaba y algunas veces, tuve miedo de que se parase de repente o de que alguien me lo notase. Entonces, sentía las mejillas ardientes, los ojos brillantes y una euforia me recorría entera.